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martes, 1 de marzo de 2011

Coca

El día de la Última Cena están todos los apóstoles reunidos y uno de ellos dice:

"Bueno, como hoy es un gran día, vamos a celebrarlo metiéndonos de postre estas maravillosas rayas de coca, especialmentre traídas de la finca de mi abuelo para amenizar esta velada. Así que vamos allá".

Se esparcen por la mesa unas rayas bien cargadas (unos 50 gramos más o menos) y de repende dice Jesucristo:

"Si no os importa, ya que soy el que preside la mesa empezaré a disfrutar del postre".

"No hay problema", responden todos.

Jésús se acerca con cuidado al tesoro, aproxima el rostro al sembrado blanco, esnifa con buen estilo y, una vez que levanta la cabeza, titubea; de repente... ¡Atchisssssssss...! Tose de forma estrepitosa e incontrolada.

La coca que debería seguir en la mesa se volatiliza en una humareda blanca e intangible desapareciendo en el aire a los pocos segundos.

Todos enmudecen en una expresión digna de un cuadro expresionista, pero al instante Judas se levanta y exclama:

"¡Me cago en D... No es para matarlo al cabrón... No es para matarlo... Decídmelo!

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